El estilo de la selección es reconocible: agresivo, ambicioso. El funcionamiento sólo titila, por eso la Argentina todavía no es un equipo confiable. Y faltan nombres propios, apellidos que se instalen en la lista definitiva que irá al Mundial por el peso de su jerarquía. Jorge Sampaoli sabe que pararse con pretensiones en la elite internacional reclama mucho entendimiento colectivo. Y figuras convincentes, referencias de solidez futbolística y emocional que brinden soluciones. Una sensación de desamparo se trae el entrenador en el equipaje desde Rusia. Crujió demasiado su equipo en el segundo tiempo con Nigeria como para no atender las alarmas que se encendieron. Y su esperanza de confirmar más futbolistas en su nómina mundialista naufragó. LA NACION había anticipado que tenía resueltos 14 lugares y, dos amistosos más tarde, no puede confirmar a nadie más. Incluso, un par de sus dirigidos le dibujaron una mueca de fastidio.
Sampaoli sabe que, pese a los zarandeos que el imprevisible reino del fútbol suele esconder, en su planilla cuenta con Sergio Romero, Nahuel Guzmán, Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi, Javier Mascherano, Federico Fazio, Lucas Biglia, Marcos Acuña, Enzo Pérez, Ángel Di María, Lionel Messi, Sergio Agüero, Éver Banega y Paulo Dybala. Ellos jugarán el Mundial. También Banega y Dybala, sí, aunque su paso por los amistosos en Moscú y Krasnodar decepcionó al cuerpo técnico. Fuentes cercanas al cuerpo técnico de la selección le confiaron a LA NACION que no leyeron rebeldía en ninguno para aprovechar la oportunidad.
¿Llegó el momento de desactivar la línea de tres? No. ¿Por qué, ya es un capricho del entrenador? Sampaoli jugaría con línea de 4 en el fondo, pero para él no hay laterales con categoría. Quizá Fabricio Bustos, pero primero tendría que superar tantas lesiones musculares en Independiente y luego, confirmar todas sus insinuaciones con la camiseta de la selección. Sampaoli insistirá con su esquema, el 3-4-3, con un rombo en el medio que, según su criterio, es el dibujo que más opciones le ofrece para controlar el juego. En el extremo más adelantado, Messi, claro, y en el más retrasado, Biglia. La opción sería Matías Kranevitter, nunca más Banega allí. El entrenador no siente que el volante de Sevilla le falló, sino el DT prefiere hacerse cargo de su error: lo sobrestimó cuando imaginó que sería el bastonero de su selección.
Salvio, el posible número 15
El futbolista que más cerca está de transformarse en el número 15 de la lista es Eduardo Salvio. No se destacó precisamente en Rusia, pero Sampaoli valora su roce europeo y compromiso con un puesto que demanda mucha dinámica. Hasta el suplente de Salvio podría haber asomado en la gira por el país anfitrión de la Copa: Cristian Pavón, que en principio ni estaba entre los elegidos del fútbol local. Nadie aprovechó los amistosos mejor que el extremo derecho de Boca: entró por la ventana y sacó boleto para los amistosos de marzo. No todavía para el Mundial, afirmarlo sería una temeridad.
Las figuras de Mercado, Biglia y Acuña se fortalecieron. Siempre ocurre: frente a algún contratiempo, los ausentes se vuelven imprescindibles. Pero ellos no estaban en discusión, sus tickets para el Mundial estaban garantizados. El que sí se potenció sin estar es Gonzalo Higuaín, que si mantiene su buen rendimiento de Juventus, también participará de los amistosos de finales de marzo. Sin Icardi y ante un pálido Benedetto en los minutos que dispuso, se afirma la idea de que, en definitiva, los históricos Agüero e Higuaín cubrirán la posición de centroatacante. Como en Brasil 2014, con Alejandro Sabella en la conducción; como en las Copas América de 2015 y 2016, con Gerardo Martino.
Párrafo aparte para otros ausentes: Marcos Rojo y Ramiro Funes Mori. Sanos, los dos serían habituales en la selección de Sampaoli. Para el lateral izquierdo ayer se terminó su calvario: volvió en un amistoso de Manchester United contra Athletic Bilbao tras la rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda, en abril. Si recupera su mejor forma, Sampaoli lo citará en marzo. Y si rinde en una posición crítica para la selección, irá al Mundial. Funes Mori (inactivo desde marzo por la rotura de meniscos de la rodilla izquierda) está retrasado en su restablecimiento. El director técnico todavía prefiere no abrir expectativas con él.
El resto de los nombres y los puestos parecen un confuso torbellino. Entre las indefiniciones, la que más preocupa a Sampaoli es la posición del interior izquierdo, algo así como el viejo Nº 10, uno de los socios de Messi, nada menos. Después del flojísimo debut ante Rusia, Lo Celso creció en atrevimiento y movilidad en el primer tiempo con Nigeria y Sampaoli lo seguirá con atención. Y con ilusión. El paso de Belluschi fue apenas testimonial y a Leandro Paredes el técnico no le ofreció ni un minuto. Caso extraño el del ex Boca, hoy en el fútbol ruso: al talento que el cuerpo técnico le valora, le juega en contra su inconsciencia para atender las fases del juego.
Sampaoli tampoco pudo despejar otras dudas de una punta a la otra de la cancha. El tercer arquero sigue vacante; sería injusto condenar a Agustín Marchesín, algo tan cierto como que le patearon cinco veces y le marcaron cuatro goles. Que en el primero tuvo responsabilidad y que no ofreció apariciones salvadoras en los otros tres. La competencia con Gerónimo Rulli, con Mariano Andújar o con Esteban Andrada está abierta.
El desempeño de Germán Pezzalla no conformó. Emanuel Mammana ni jugó. Los pocos minutos que sumaron 'Papu' Gómez, Emiliano Rigoni y Diego Perotti no sirvieron ni para afirmarlos ni para descartarlos. De una hibridez inquietante, porque los días, las pruebas y los amistosos se agotan. En la arquitectura de nombres y posiciones, Jorge Sampaoli pasó por Rusia sin cubrir más casilleros. A la obra le faltan columnas y ajustes para volver sin temer otro derrumbe.