Las caras de la entrenadora de Canadá eran un poema. Asombrada con el juego español, quedó impotente a pie de piscina sin saber cómo reconducir la dirección de su equipo que iba camino a la deriva. Los primeros dos cuartos de la Selección femenina, que ya ha comenzado a rodar su maquinaria, fueron perfectos, de museo, con una defensa colaborativa espectacular, con apenas dos exclusiones, y un ataque repleto de variedades. El 3-9 en estos dos parciales refleja la superioridad de las de Miki Oca ante el rival más fuerte del grupo.
Sujetos a Maica García, un incordio para las defensas canadienses, la Selección encontró facilidades de lanzamiento y no fallaron. 1-5 en el primer parcial, en el que Laura Ester no tuvo que intervenir. Tarragó, Pareja, Pili… No erraron lanzamientos las españolas, abocadas a una goleada más. Judit Forca apareció para mostrar su lanzamiento potente, así como Clara Espar demostró en un encuentro de más entidad su amplio repertorio.
Oca se desgañitaba en la banda. Sabe que las victorias se consiguen desde la defensa y este encuentro era una prueba para medirse a Estados Unidos en cuartos de final (teórico rival aunque se mide a la poderosa Hungría que ha empezado con mal pie estos campeonatos), ya que las canadienses tienen una corpulencia semejante a las yanquis. Por eso Oca insistió en la defensa. El tercer parcial igualó fuerzas (2-2). Herida en su orgullo, Canadá mejoró en ataque y reforzó su defensa, aumentando las faltas y la intensidad hasta equilibrar la balanza (6-12).
El equipo español descansará ahora hasta el lunes. El sábado conocerá a su rival, al que espiara desde una grada en la que, al menos este mediodía, los mosquitos las han dejado tranquilas.