El pasado 10 de octubre, la Selección de Holanda dijo adiós de forma definitiva a sus opciones alcanzar la fase final del Mundial de Rusia. Aunque los pupilos de Dick Advocaat lograron superar a Suecia por 2-0 en el choque final, lo cierto es que el resultado no fue suficiente para contrarrestar el pésimo arranque de fase de grupos firmado por un combinado que no hace mucho causaba pánico entre sus rivales.
Ya que al ahora mismo deprimido seguidor neerlandés no le queda más remedio que mirar al futuro en busca de algún jugador que les devuelva la licencia para soñar, la progresión que viene experimentando el joven Quincy Promes puede resultar sin duda un buen clavo al que agarrarse.
El extremo, de 25 años, se forjó en el fútbol de su país (militó en la cantera del Ajax y defendió posteriormente las elásticas de FC Twente y Go Ahead Eagles), pero ha sido a raíz de su desembarco en la liga rusa cuando ha logrado dar a el impulso definitivo a su carrera. Los 51 goles que acumula en los 99 partidos oficiales que lleva disputados con el Spartak de Moscú son un buen síntoma de la dimensión que está tomando su trayectoria.
Eso sí, al vertical y habilidoso extremo le faltaba aún una actuación de primer nivel en un choque de máxima exigencia. Ésta llegó finalmente ayer, y tuvo como desgraciada víctima al Sevilla. Los hispalenses se vieron incapaces de frenar a este veloz atacante, que gracias a su incursiones por banda y sus diagonales reventó el sistema defensivo planteado por Eduardo Berizzo y acabó resultando decisivo para dibujar el 5-1 del marcador final (sumó dos goles y un par de asistencias).
Aunque está por ver si el futbolista es capaz de dar ese último paso que le separa de la élite, y que sólo podrá ser trazado cuando aterrice en un equipo de superior categoría, parece claro que Promes tiene las cualidades oportunas para tomar el testigo de un Arjen Robben que ya ha anunciado su adiós definitivo a la Oranje.