A Francesca Jones nada le impide ser vista como una tenista con futuro. Si la viéramos jugando en la categoría Junior del Abierto de Wimbledon con esa rapidez y potencia que la caracteriza, pocos nos daríamos cuenta del síndrome que sufre.
Tiene 16 años y juega en singles y dobles. Padece de Displasia Ectodérmica Ectrodactilia, una anomalía genética que le provocó una malformación en las extremidades. "Tengo cuatro dedos en cada mano. Cuatro en el pie izquierdo y tres en el derecho", le dijo Jones a La Nación de Argentina. La tenista británica habla muy bien el español, pues desde los diez años vive en Barcelona, la ciudad que eligió para practicar el tenis.
"No quiero decir que es una desventaja, porque no lo siento así. Es una cosa que está puesta enfrente de mí y tengo que saber cómo seguir. Para mí es más una ventaja, porque me motiva, me hace ser más fuerte. Todas las experiencias que tuve me han ayudado a madurar", comenta la tenista nacida en Leeds, zona norte de Inglaterra.
Desde los cinco años conoció el tenis y, desde entonces, no ha dejado de practicarlo. "Claro que he sentido la discriminación. Mucha gente se burla de mí. Siempre pasan esas cosas, lamentablemente. Pero pobres quienes lo hacen. No me afecta en lo más mínimo. Me motiva mucho", dice Jones sobre los avatares que le ha tocado superar.
Jones es un ejemplo de superación en la élite mundial del tenis. Que no cause sorpresa verla dentro de unos años jugando la final de un Grand Slam. Su historia a los 16 años recién parece empezar.